Carlos Fuentes
(1928/11/11 - 2012/05/15)
(1928/11/11 - 2012/05/15)
Nació el 11 de noviembre de 1928 en Panamá
Narrador y ensayista mexicano, uno de los escritores más importantes de la historia literaria de su país. Figura fundamental del llamado boom de la novela hispanoamericana de los años 60, el núcleo más importante de su narrativa se situó del lado más experimentalista de los autores del grupo y recogió los recursos vanguardistas inaugurados por James Joyce y William Faulkner (pluralidad de puntos de vista, fragmentación cronológica, elipsis, monólogo interior), apoyándose a la vez en un estilo audaz y novedoso que exhibe tanto su perfecto dominio de la más refinada prosa literaria como su profundo conocimiento de los variadísimos registros del habla común.
Hijo de un diplomático de carrera, tuvo una infancia cosmopolita y estuvo inmerso en un ambiente de intensa actividad intelectual. Licenciado en leyes por la Universidad Nacional Autónoma de México, se doctoró en el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Su vida estuvo marcada por constantes viajes y estancias en el extranjero, sin perder nunca la base y plataforma cultural mexicanas. En la década de los sesenta participó en diversas publicaciones literarias. Junto con Emmanuel Carballo fundó la Revista Mexicana de Literatura, foro abierto de expresión para los jóvenes creadores.
A lo largo de su vida ejerció la docencia como profesor de literatura en diversas universidades mexicanas y extranjeras, y se desempeñó también como diplomático. Impartió conferencias, colaboró en numerosas publicaciones y, junto a la narrativa, cultivó también el ensayo, el teatro y el guión cinematográfico. Algunos de sus ensayos de tema literario fueron recopilados en libros como La nueva novela hispanoamericana (1969) y Cervantes o la crítica de la lectura (1976).
A los veintiséis años se dio a conocer como escritor con el volumen de cuentos Los días enmascarados (1954), que fue bien recibido por la crítica y el público. Se advertía ya en ese texto el germen de sus preocupaciones: la exploración del pasado prehispánico y de los sutiles límites entre realidad y ficción, así como la descripción del ambiente ameno y relajado de una joven generación confrontada con un sistema de valores sociales y morales en decadencia.
Su éxito se inició con dos novelas temáticamente complementarias que trazaban el crítico balance de cincuenta años de "revolución" mexicana: La región más transparente (1958), cuyo emplazamiento urbano supuso un cambio de orientación dentro de una novela que, como la mexicana de los cincuenta, era eminentemente realista y rural; y La muerte de Artemio Cruz (1962), brillante prospección de la vida de un antiguo revolucionario y ahora poderoso prohombre en su agonía. Ambas obras manejan una panoplia de técnicas de corte experimental (simultaneísmo, fragmentación, monólogo interior) como vehículo para captar y reflejar una visión compleja del mundo.
En Cristóbal Nonato (1987), inspirada en Tristram Shandy de Laurence Sterne, narró el Apocalipsis nacional empleando la voz de un niño que se está gestando; este sorprendente monólogo de un personaje no nacido se sitúa en 1992, año del quinto centenario del descubrimiento de América, una celebración paródica en un México corrupto y destrozado.
A esta selección se agrega la novela corta Aura (1962), historia mágica, fantasmal y extraña en la mejor tradición de la literatura fantástica. Diverso carácter posee La cabeza de la hidra (1978), que, bajo la modalidad de una novela de espionaje, trata sobre la corrupción de la vida política mexicana; la "hidra" del título es el petróleo mexicano, una riqueza natural que no genera prosperidad, sino dinero, corrupción y esclavitud. Al igual que Gringo viejo (1985), novela sobre la estancia y desaparición del periodista norteamericano Ambrose Bierce en el México revolucionario, fue llevada al cine.
Su experimentalismo narrativo fue menguando con el curso de los años, como se hizo perceptible en Diana o la cazadora solitaria (1994), breve novela que recontaba su tormentosa relación con la actriz Jean Seberg. A pesar de ello agregó a su obra títulos interesantes como Constancia y otras novelas para vírgenes (1990), El naranjo o los círculos del tiempo (1993) y La frontera de cristal (1995), conjunto de historias centradas en la línea divisoria que separa a México de Estados Unidos.
Posteriormente publicó Los años con Laura Díaz (1999), Instinto de Inés (2001), La silla del águila (2003), Todas las familias felices (2006), La voluntad y la fortuna (2008) y Adán en Edén (2009). Ensayista, editorialista de prestigiosos periódicos y crítico literario, escribió también obras de teatro, como El tuerto es rey (1970) y Orquídeas a la luz de la luna (1982). Una inteligencia atenta al presente y sus inquietudes, el profundo conocimiento de la psicología del mexicano y una cultura de alcance universal hacen de su obra un punto de referencia indispensable para el entendimiento de su país. En 1987 fue galardonado con el Premio Cervantes, en 1994 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, y en 2008 recibió la Gran Cruz de la Orden de Isabel la católica.
Carlos Fuentes falleció el 15 de mayo de 2012 en el Hospital de Ángeles del Pedregal de la Ciudad de México a los 83 años de edad.
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